¿Cuándo será el Fin de los Tiempos?

El Fin de los Tiempos es el momento de la resurrección de los muertos, de la Segunda Venida de Cristo y del Juicio Final: “Cuando se dé la señal por la voz del Arcángel, el propio Señor bajará del Cielo, al son de la trompeta divina. Los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar” (1Ts. 4, 16). Y continúa San Pablo: “Después nosotros, los vivos, los que todavía estemos, nos reuniremos con ellos llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá arriba. Y para siempre estaremos en el Señor” (1Ts. 4, 17). (cf. CIC #1001).

Tal vez por este comentario de San Pablo, en el que parece que él intuyera que estaría vivo para la Segunda Venida de Cristo, se viera él obligado a aclarar lo siguiente: “No se alarmen por palabras o cartas atribuidas a nosotros que los induzcan a pensar que el día del Señor es inminente” (2 Tes. 2, 2).

En efecto, nadie conoce el momento, pues nos dice Jesucristo: “En cuanto se refiere a ese día y a esa hora, no lo sabe nadie, ni los Angeles de Dios, sino sólo el Padre” (Mt.24, 36).

Adicionalmente, Cristo resucitado advirtió a sus Apóstoles que no les correspondía a ellos conocer los tiempos ni los momentos que el Padre ha fijado en virtud de su poder soberano (cfr. Hech. 1, 7).

Sin embargo, la Sagrada Escritura nos da algunas señales por las que se puede conjeturar la cercanía o lejanía de ese momento final. No se nos prohibe examinar estas señales, pero es preciso tener en cuenta que son muy vagas e inconcretas y se prestan a grandes confusiones. De hecho, en diferentes momentos de la historia, algunos han creído ver estas señales que anuncian el fin.

¿Cuáles son estas señales?

1. El Evangelio habrá sido predicado en todo el mundo.

“Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin’ (Mt. 24, 14)”.

No significa este anuncio que todos estarán convertidos al cristianismo, sino que el Evangelio se habrá conocido en todas las regiones del mundo.

2. La mayor parte de la humanidad habrá perdido la fe y estará imbuida en las cosas del mundo, muy parecida a los días de Noé.

“En los días del Hijo del Hombre sucederá lo mismo que sucedió en tiempos de Noé. Comían, bebían y se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca y vino el diluvio que los hizo perecer a todos. Lo mismo pasará el día en que aparezca el Hijo del Hombre ...
Pero, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lc. 17, 26-30 y 18, 8).

3. El pueblo de Israel reconocerá a Jesús como Mesías:

“¡Jerusalén, Jerusalén! Tú matas a los profetas y apedreas a los que Dios te envía … Por eso se quedarán ustedes con su casa vacía.  Porque ya no me volverán a ver hasta el tiempo que digan:  ‘¡Bendito sea el que viene en el Nombre del Señor!’” (Mt. 23 37-39 y Lc. 13, 35-35)

Es el mismo Jesucristo hablando a los habitantes de Jerusalén.  Se quedarán con su casa vacía pareciera significar que ya no habrá la presencia de Dios en el Templo judío:  sólo volverán a ver a Jesús, Dios y Hombre verdadero, cuando reconozcan que es el Mesías, el enviado de Dios. 

Y es San Pablo quien revela un plan secreto de Dios:  parte del pueblo de Israel quedará sin reconocer al Mesías.  Pero todo Israel se salvará.

“Yo quiero, hermanos, darles a conocer un plan secreto de Dios, para que no se sientan superiores a ellos:  una parte de Israel se va a quedar endurecida hasta que la totalidad de los paganos haya entrado.   Entonces todo Israel se salvará según lo dice la Escritura: ‘De Sión saldrá el libertador que limpiará a los hijos de Jacob de todos sus pecados’”  ( Rom. 11, 25-26)

Santo Tomás de Aquino en su Comentario a esta Epístola a los Romanos nos dice (traducción libre del texto en Inglés):

“La ceguera de los Judíos durará hasta que la totalidad de los gentiles haya aceptado la fe.  Y esto está en consonancia con lo que el Apóstol dice sobre la salvación de los Judíos, es decir, que cuando la totalidad de las naciones hayan entrado ‘todo Israel se salvará’, no individualmente como es en el presente, sino universalmente”…

“¿Cuál, digo, será el efecto de tal admisión, si no el traer a los Gentiles de vuelta a la vida?  Los Gentiles serían los creyentes, cuya fe se ha enfriado, o más aún, que la totalidad, engañados por el Anti-cristo, caen y son restaurados a su fervor prístino por la admisión de los Judíos”.

4. El Anticristo se manifestará.

 “Primero tiene que producirse la apostasía.  Entonces aparecerá el hombre del pecado, instrumento de las fuerzas de perdición, el rebelde que ha de levantarse contra todo lo que lleva el nombre de Dios o merece respeto, llegando hasta poner su trono en el Templo de Dios y haciéndose pasar por Dios ... Al presentarse este Sin-Ley, con el poder de Satanás, hará milagros, señales y prodigios al servicio de la mentira.  Y usará todos los engaños de la maldad en perjuicio de aquéllos que han de perderse, porque no acogieron el amor de la Verdad que los llevaba a la salvación ... así llegarán hasta la condenación todos aquéllos que no quisieron creer en la Verdad y prefirieron quedarse en la maldad ” (2 Tes. 2, 3-11).

“Se les dijo que llegaría el Anticristo; pero ya han venido varios anticristos ... ¿Y quién es el mentiroso que niega que Jesús es el Cristo?  Ese es el Anticristo, que niega a la vez al Padre y al Hijo” (1 Jn. 2, 18 y 22).

El Anticristo será un hombre que se dará a conocer como Cristo y con la ayuda de Satanás realizará milagros y prodigios, y engañará a muchos, pues desplegará un gran poder de seducción. 

Entonces, ¿qué hacer?  Siguiendo, el consejo de la Sagrada Escritura, no debemos dejarnos engañar.  Los datos sobre la Segunda Venida de Cristo son muy claros:  Cristo vendrá en gloria.   El Anticristo no.  Hará grandes prodigios, pero no puede presentarse como tenemos anunciado que vendrá Cristo en su Segunda Venida.  De allí que Jesús nos advierta:

“Llegará un tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del Hombre, pero no lo verán.  Entonces les dirán:  está aquí, está allá.  No vayan, no corran.  En efecto, como el relámpago brilla en un punto del cielo y resplandece hasta el otro, así sucederá con el Hijo del Hombre cuando llegue su día”. (Lc. 17, 22-24)

Y ¿qué sucedió después de la Ascensión de Jesucristo al Cielo cuando los Apóstoles y discípulos se quedaron extasiados viendo hacia donde había desaparecido el Señor entre las nubes?  Sucedió que dos Angeles se aparecieron para decirles: “Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí mirando al cielo?  Este que ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá como lo han visto subir al Cielo. (Hech. 1, 9-11).

¿Cómo lo vieron subir?  Con todo el poder de su divinidad, glorioso, fulgurante y, ascendiendo, desapareció entre las nubes.  ¿Cómo vendrá?  Nos lo dijo El mismo al responder a Caifás en el momento de su injustísimo juicio antes de su Pasión y Muerte: “Verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Dios Poderoso y viniendo sobre las nubes” (Mt. 26, 64).

Ya anteriormente lo había anunciado a sus discípulos:  “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre. Verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo, con el Poder Divino y la plenitud de la Gloria.  Mandará a sus Angeles, los cuales tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del mundo” (Mt. 24, 30-31)

 “En el lenguaje apocalíptico, las nubes son un signo ‘teofánico’ (manifestación de la divinidad):  indican que la segunda venida del Hijo del hombre no se llevará a cabo en la debilidad de la carne, sino en el poder divino” (Juan Pablo II, 22-4-98).

Jesús nos advierte clarísimamente y nos explica aun más cómo será de sorpresiva y deslumbrante su Segunda Venida: “Si en este tiempo alguien les dice:  Aquí o allí está el Mesías, no lo crean.  Porque se presentarán falsos cristos y falsos profetas, que harán cosas maravillosas y prodigios capaces de engañar, si fuera posible, aun a los elegidos de Dios.  ¡Miren que se los he advertido de antemano!  Por tanto, si alguien les dice:  En el desierto está.  No vayan.  Si dicen:  Está en un lugar retirado.  No lo crean.  En efecto, cuando venga el Hijo del Hombre, será como relámpago que parte del oriente y brilla hasta el poniente” (Mt. 24, 23-28).    

5. Anuncios de falsos Cristos y signos perturbadores en la naturaleza y en la humanidad, que no son aún el final.

“Luego se sentó en el cerro de los Olivos y los discípulos fueron a preguntarle en privado:  ‘Dinos, ¿cuándo tendrá lugar todo esto?  ¿Cuál será la señal de tu venida y del fin de la historia?’.  Jesús les contestó:  ‘Tengan mucho cuidado de que nadie los engañe.  Porque muchos se presentarán como el Salvador y dirán Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos.  Se hablará de guerras y de rumores de guerra.  Pero no se alarmen, porque todo eso tiene que pasar, pero no será todavía el fin.  Unas naciones se levantarán en contra de otras, y pueblos contra otros pueblos.  Habrá hambres y terremotos en diversos lugares.  pero todo esto no será sino el comienzo de un doloroso alumbramiento’”   (Mt. 24,  3-8 y cf. Mc. 13, 5-10).

“Porque después de aquellos días de angustia, el sol se oscurecerá, la luna perderá su brillo, caerán las estrellas del cielo y el universo entero se conmoverá” (Mt. 24, 29).

“Tengan cuidado y no se dejen engañar, porque muchos vendrán en mi lugar diciendo:  Yo soy el Salvador, ésta es la hora de Dios.  No los sigan.  Cuando oigan hablar de guerras y disturbios, no se asusten, porque primero tiene que pasar eso, pero el fin no vendrá enseguida.  Se levantará una nación contra otra, y una raza contra otra.  Habrá grandes terremotos, pestes y hambre en una y otra parte.  Se verán también cosas espantosas, y señales terribles en el cielo.”  (Lc. 21, 8-11).

El conocimiento del preciso momento del Fin de los Tiempos es imposible ... y no es necesario. Lo necesario y posible es estar siempre preparados. Vivir cada día como si fuera el último día de nuestra vida en la tierra ... o como si fuera el día de la Segunda Venida de Cristo. De esta manera no tendremos temor por ese día al que nadie podrá escapar, en que seremos juzgados por nuestras obras, buenas y malas.

¿Que pueda o no ser inminente este momento, dado los síntomas actuales de la humanidad? No sabemos. ¿Qué hacer? Estar preparados. Bien preparados: convertidos, arrepentidos, confesados, llevando una vida de unión con Dios y de servicio a los demás. Orar como si ese día fuera inminente ... sin temor, entregados a la Voluntad de Dios. Y seguir trabajando como si nada fuera a suceder.

 

¿Cómo y cuándo será nuestra resurrección?

 

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