¿Qué significa que Dios es
Uno y Trino?
Significa que Dios es uno solo, pero que en Dios
hay Tres Personas, distintas entre sí, que tampoco se reparten la única
divinidad, sino que cada uno de ellas es enteramente Dios (cf. CIC 253-254).
Se trata del misterio de la Santísima Trinidad,
misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de un
solo Dios en tres Personas, misterio imposible de entender y de captar
cabalmente, menos aún de explicar, pues se trata de la esencia misma de
Dios. Y ésta es una verdad que sobrepasa infinitamente las capacidades
intelectuales del ser humano.
Cuéntase que mientras San Agustín se encontraba
en la playa preparándose para dar una enseñanza sobre el misterio de la
Santísima Trinidad, vio a un niño tratando de vaciar el agua del mar en
un hoyito que había hecho en la arena. Al preguntarle San Agustín qué
estaba haciendo, el niño le respondió que estaba tratando de vaciar el
mar en el hoyito, a lo que le contestó el Santo: Pero, ¡estás tratando
de hacer una cosa imposible! Y el Niño le replicó: No más
imposible de lo que es para ti entender o explicar el misterio de la Santísima
Trinidad. Y con estas palabras el Niño desapareció.
Así es nuestro intelecto: tan limitado como es
el hoyito para contener el agua del mar, sobre todo cuando trata de explicarse
verdades infinitas como el misterio Trinitario.
Es por ello que el misterio de la Santísima Trinidad
no puede ser conocido a menos de que Dios nos lo dé a conocer. Y Dios
nos lo ha dado a conocer al revelarse como Padre, como Hijo y como Espíritu
Santo: Tres Personas distintas, pero un mismo Dios.
Sin embargo, lo importante de este misterio central
de nuestra fe no es explicarlo, sino vivirlo. Y aquí en la tierra somos
llamados a participar de la vida de Dios Trinitario (Dios Uno y Trino)
de una manera velada, incompleta, pero en el Cielo podremos vivirlo a
plenitud, porque veremos a Dios tal cual es.
Aunque las Tres Divinas Personas son inseparables
en su ser y en su obrar, al Padre se le atribuye la Creación, al Hijo
la Redención y al Espíritu Santo la Santificación. Es así como el Espíritu
Santo en su obra de santificación en cada uno de nosotros, nos va haciendo
cada vez más semejantes al Hijo, y el Hijo nos va revelando al Padre y
nos va llevando a El. Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquéllos
a quienes el Hijo se los quiera dar a conocer (Mt. 11, 27). |