REGALOS DEL ESPIRITU SANTO
Muchos son los “Regalos” que el Espíritu Santo va derramando sobre la Iglesia a lo largo
de la historia y sobre cada uno de nosotros en particular durante nuestra
vida aquí en la tierra. “Regalo”, según el Diccionario, es “cosa que se da gratuitamente en
obsequio”. Y es que así actúa el Espíritu Santo
en nosotros: obsequiándonos cosas gratuitas, es
decir, que no hemos merecido.
¿Y cuáles son esos “Regalos”?
Son muchísimos, muchísimos, muchísimos. Unos los
conocemos, otros no los conocemos, y otros, ni siquiera podemos llegar
a imaginarlos, y necesitaremos toda la eternidad de nuestra otra vida,
futura e inmortal, para poder agradecerlos a Dios nuestro Señor.
Esos “Regalos” han sido clasificados por
Teólogos y Exégetas en varios renglones: la Gracia Santificante
y las gracias actuales, las virtudes teologales y las virtudes morales,
los llamados Siete Dones del Espíritu Santo, los Frutos y las Bienaventuranzas,
y, además, los Carismas.
Así como cada uno de nosotros los seres
humanos poseemos un organismo creado por Dios para el funcionamiento de
nuestra vida física, los “Regalos” del Espíritu
Santo constituyen todo un organismo para el funcionamiento de nuestra
vida espiritual: la Gracia Santificante es el fundamento básico
de esa vida sobrenatural. Los Dones y la Virtudes son ayudas que nos capacitan
para percibir las gracias, los impulsos y las inspiraciones del Espíritu
Santo y para poder responder dócilmente a ellos.
La clasificación y el funcionamiento de
este organismo espiritual constituido por los “Regalos” del
Espíritu Santo que hemos enunciado brevísimamente, es complicado
y hasta ha sido motivo de diferencias entre los estudiosos. Sin embargo,
lo importante es conocer el para qué nos son dados estos “Regalos” y aprovecharlos bien.
Siendo el Espíritu Santo Quien obra la santificación
en la Iglesia y en cada uno de nosotros (cfr. A.A.3), estos “Regalos”
nos son dados para nuestra santificación, para ayudarnos en nuestro
camino al Cielo, la meta hacia la cual vamos guiados y ayudados
por el Espíritu Santo (cfr. Fil.3, 12-14).
Al ser perceptivos y dóciles a estos “Regalos”
del Espíritu Santo, podremos ir creciendo en santidad, podremos
ir creciendo en los Frutos del Espíritu, que son otros de estos
tantos “Regalos”. San Pablo lista algunos de ellos en su Carta
a los Gálatas (5, 22): amor, gozo y paz; paciencia, comprensión
de los demás, bondad y fidelidad; mansedumbre y dominio de sí.
Más avanzadas que los Frutos del Espíritu están
las llamadas Bienaventuranzas que el mismo Jesucristo nos dio en Su Evangelio (Mt. 5, 3-10).
La oración es medio necesarísimo
para ir creciendo en frutos de santidad, pues en la oración
-especialmente en la oración de silencio- el Espíritu Santo
nos va haciendo perceptivos y dóciles a Sus inspiraciones.
Por último están los Carismas -los
institucionales (LG 2, 12) y los extraordinarios- que son “Regalos”
de servicio dado a algunos para su ejercicio en bien de la humanidad,
para despertar la fe entre los hombres y para la edificación y
el funcionamiento de la Iglesia (AA 1-3).
Dones, Carismas, Frutos, etc. son “Regalos”
del Espíritu Santo que, aprovechados, nos acercan cada vez más
a nuestra patria definitiva que es el Cielo.
GRACIA SANTIFICANTE:
Es una cualidad sobrenatural, que Dios nos regala,
sin la cual no podemos ser santificados; por lo tanto, requerida para
nuestra salvación. Por medio de la Gracia Santificante, somos justificados
(hechos “justos”, hechos santos). Es la
vida de Dios en nosotros (cfr. . Jn. 14, 23).
La Gracia Santificante se pierde por el pecado
mortal y se va aumentando por medio de la recepción de los Sacramentos
y mediante las buenas obras realizadas por nosotros, siempre que las hagamos
con pureza de corazón, sin dobleces ni intenciones pecaminosas.
(Por ejemplo: hacer apostolado por deseo de poder y figuración;
hacer una “caridad” para obtener un favor posterior, etc.).
GRACIAS ACTUALES:
Es un don sobrenatural que Dios nos regala y que
actúa sobre nuestro intelecto y nuestra voluntad para hacer lo
que es bueno a lo largo de nuestra vida. Es la gracia que nos es dada
para cada acto de nuestra vida. Es una moción interior del Espíritu
Santo que nos hace desear hacer el bien y a la vez es un impulso que nos
lleva a realizarlo. Aprovechando las gracias actuales, se aumenta la Gracia
Santificante.
GRACIAS DE ESTADO:
Son las gracias que Dios nos regala para ejercer
las funciones a las que nos ha llamado. A los Obispos, para ejercer el
Episcopado; a los Sacerdotes, para su sacerdocio; a los esposos y padres
de familia para cumplir su compromiso matrimonial y la educación
de los hijos; a los Jefes de países, para la búsqueda del
bien común de los habitantes del país; a los apóstoles
seglares, para ejercer el servicio al cual han sido llamados, etc.
VIRTUDES TEOLOGALES y VIRTUDES MORALES:
Es un hábito que perfecciona las potencias
del alma (inteligencia, voluntad y memoria) para hacer lo que es bueno.
Las Teologales tiene a Dios como objeto: Fe, Esperanza
y Caridad.
Las morales tienen como objeto algo creado por
Dios (el prójimo, por ejemplo). Son, por ejemplo, la prudencia,
justicia, fortaleza, templanza. La humildad es la base de todas las demás
virtudes.
SIETE DONES DEL ESPIRITU SANTO:
Son principios sobrenaturales que nos capacitan
para recibir los auxilios del Espíritu Santo y para percibir sus
inspiraciones e impulsos y para actuar de acuerdo a ellos.
Son: Temor de Dios, Fortaleza, Piedad, Consejo,
Ciencia, Entendimiento, Sabiduría.
FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO:
Listados por San Pablo en Gal. 5, 22:
amor, gozo y paz; paciencia, comprensión de los demás, bondad
y fidelidad; mansedumbre y dominio de sí.
BIENAVENTURANZAS:
(Ver Mateo
2, 3-10)
CARISMAS o DONES CARISMATICOS: |