NUESTRA ESPERANZA ES RESUCITAR

 

La Re-encarnación está negada en la Biblia

“Una sola es la entrada a la vida y una la salida” (Sabiduría 7, 6)
“Los hombres mueren una sola vez y después viene para ellos el Juicio”:
(San Pablo a Hebreos 9, 27)
“los que hicieron bien saldrán y resucitarán para la vida, pero los que obraron mal resucitarán para la condenación”
(Juan 5, 28-29)

Nuestra esperanza no está en re-encarnar ¡NUESTRA ESPERANZA ES RESUCITAR!

La Resurrección de Jesucristo es el misterio más importante de nuestra fe cristiana y su celebración es la fiesta más grande del Año Litúrgico, pues El “fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra santificación” (Rom. 4, 25) “para sentarnos con El en los cielos” (Ef. 2, 6).

Así, la Resurrección de Cristo nos anuncia nuestra salvación: ser santificados por El para poder llegar al Cielo. Y además nos anuncia nuestra propia resurrección: “el que cree en Mí tendrá vida eterna: y yo lo resucitaré en el último día” (Jn. 6, 40).

Sí. Resucitaremos como El resucitó. Su Resurrección es primicia de la nuestra. El nos resucitará a una resurrección de vida ... si hemos obrado bien. (cfr. Jn. 5, 29)

Nuestra esperanza no está en volver a nacer, en que nuestra alma reaparezca en otro cuerpo que no es el propio, como se nos trata de convencer con el mito de la re-encarnación.

Sabemos por la Sagrada Escritura que esto no es posible, pues dice San Pablo: “los hombres mueren una sola vez y después viene para ellos el juicio” (Hb. 9, 27). Y el Libro de la Sabiduría también nos habla al respecto: “Una es la entrada a la vida y una la salida” (Sb. 7, 6).

Pero, aparte de estar negada en la Biblia y de haber sido condenada como herejía por la Iglesia ya desde el año 325 en el Concilio de Nicea, el mito de la re-encarnación niega mi identidad como persona: ¿Quién soy? ¿Soy quien supuestamente fui o soy quien seré en un futuro ... o quien soy actualmente? Niega, además, mi libertad para escoger o rechazar la salvación que me brinda Cristo a través de Su Resurrección. También niega la resurrección que Jesucristo me ofrece para el último día. Y niega ... ¡tantas cosas!

La perspectiva de una vida futura volviendo a nacer dentro de un cuerpo imperfecto, decadente, mortal ... que además no es el mío, resulta vana frente a la esperanza de resucitar con un cuerpo bello, perfecto, inmortal ... como el de Jesucristo Resucitado ... para ser feliz eternamente.

Porque en esto consiste la verdadera esperanza: en saber que resucitaremos en cuerpo y alma gloriosos como Jesucristo, para disfrutar por siempre del Cielo que nos ha sido prometido, ese lugar inefable -inexplicable para el conocimiento humano- ese sitio inimaginable que “ni el ojo vio, ni el oído escuchó, ni el corazón humano imaginó tiene Dios preparado para aquéllos que Le aman” (2a. Cor. 2, 9) ... y que desean ser salvados y resucitados por Jesucristo.

 

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